A casi un mes de haber iniciado el aislamiento preventivo obligatorio en Colombia, y analizando el panorama frente a la situación que estamos viviendo, realmente el primer mensaje es bastante desalentador. ¡Esto apenas comienza! Podemos suponer que esta pandemia dejara una alta tasa de desempleo y la destrucción del tejido empresarial del país. Es momento de prepararnos mentalmente para un escenario más largo. Los anuncios iniciales sugerían que el confinamiento de los bogotanos duraría un par de semanas y cumplido este plazo podríamos regresar a nuestra vida normal. Pero eso no va a pasar. La vida sin restricciones tardará meses en regresar a la normalidad. ¡Y si! todos estamos asustados, estas aguas jamás las habíamos navegado antes, reconociendo un mundo nuevo, enfrentando necesidades que creíamos que jamás íbamos a tener que vivir, con miedo, incertidumbre y caminando a tientas, intentando entender cada uno desde su propia perspectiva como será nuestra vida de ahora en adelante.
En este momento todos somos vulnerables, es por esto que debemos de llegar a un punto medio donde el beneficio sea mutuo. Debemos de actuar con mesura y solidaridad. Nuestra única finalidad es que todos salgamos adelante, obviamente esta lucha será a otro precio, todos debemos de sacrificar algo, pero es tiempo de demostrar nuestra unidad y compromiso.
La vivienda es un derecho humano fundamental, es el lugar que satisface nuestras necesidades básicas. Es el lugar donde encontramos descanso, donde nos refugiamos de las inclemencias del clima, de los problemas de la calle, donde nos sentimos seguros, es el único rincón del mundo donde podemos construir una familia y donde resguardamos a nuestros seres queridos. Es por eso que los humanos desarrollamos fuertes sentimientos de pertenencia con la propiedad que alberga no solamente nuestros objetos personales sino también emociones y recuerdos.
Cada edificación dispone de un valor económico, por lo tanto, representa para sus dueños un bien material que es el resultado de su enorme esfuerzo y de años y años trabajo, otros continúan amarrados al sistema financiero pues con el anhelo de tener vivienda propia se endeudaron y pagan mes a mes la cuota a una entidad bancaria. Lo cierto es que cada casa o apartamento dispone de un valor económico de cambio y por lo tanto representa para sus dueños un bien material preciado por el cual debe pagar impuestos, pero que paralelamente debe reportar ganancias mediante su alquiler. Para la gran mayoría de propietarios, su inmueble representa su única fuente de ingresos.
Tanto arrendadores como arrendatarios han expresado sus preocupaciones frente a los recientes anuncios del Gobierno sobre las medidas ante la pandemia. La mejor salida parece recaer en la buena voluntad de ambos para llegar a acuerdos, pues se necesitan mutuamente para sobrevivir.
